Descubierto en 2006 durante los trabajos de extracción de piedra caliza por una explotación cementera, el sitio de Mormont se excava regularmente a medida que se amplía la cantera. Se han documentado más de 200 fosas excavadas en la roca, que ocultan conjuntos de objetos realmente excepcionales, tanto por la calidad de los mismos, representativos de la cultura material de finales del siglo II e inicios del siglo I a. n. e., como por el carácter singular de estos conjuntos y su insólita ubicación, en el borde de una meseta de aspecto inhóspito.
El sitio no se puede vincularse a ninguna categoría de yacimiento reconocido habitualmente por los arqueólogos; Mormont ciertamente no es ni un asentamiento ni una necrópolis. No obstante, se han encontrado restos de comida en grandes cantidades, casi todo tipo de objetos característicos de finales del siglo II a. n. e. -con la notable excepción de las armas-, así como restos humanos, cuerpos enteros enterrados o cuerpos incompletos con señales evidentes de manipulación. Un gran número de fosas contenían objetos de prestigio, vajillas metálicas, ornamentos, otras herramientas y objetos que atestiguan prácticas metalúrgicas, además de piedras de molino, cerámicas rotas intencionadamente, etc.
La densidad de las fosas, su distribución, la calidad de los objetos depositados y la disposición de la tierra utilizada para rellenar las fosas después de realizar los depósitos, demuestra una gestión muy racional del espacio, así como una práctica muy singular de depósitos rituales de objetos en un período de tiempo relativamente corto, como máximo una o dos décadas.
¿Cómo interpretar estos depósitos? ¿Qué población está detrás de los mismos? ¿Por qué eligieron un lugar así? ¿Para usarlo durante tan poco tiempo? ¿Según qué ritmos, qué modalidades, para responder a qué motivaciones o qué necesidades?
Los equipos del Museo cantonal de arqueología e historia de Lausana (cantón de Vaud) y del Museo de Bibracte se unen para rastrear la investigación arqueológica dedicada a este insólito yacimiento, a través de una exposición que se presenta en Bibracte en 2022 y, más adelante, en Lausana con motivo del coloquio de la Afeaf (asociación francesa para el estudio de la Edad del Hierro) que se celebrará allí en mayo de 2023.
En un momento en el cual la colina Mormont se encuentra en el centro de un debate social sobre su futuro y la preservación de su entorno natural y paisajístico, amenazado por la ampliación de la cantera, la exposición volverá sobre su enigmático patrimonio arqueológico, que también ha sido objeto de muchos titulares. Sin pretender dar respuestas definitivas a las numerosas preguntas que suscitan estos descubrimientos, cuestiones que aún hoy se debaten en la comunidad científica, la exposición reúne los principales indicios recogidos en el yacimiento y ofrece los resultados provisionales de los diferentes medios científicos movilizados en torno al yacimiento, casi todos los que el arqueólogo puede movilizar a principios del siglo XXI. En definitiva, la exposición pretende mostrar, a través de este espectacular y singular expediente, qué métodos de investigación pueden movilizar los arqueólogos del siglo XXI y con qué medios elaboran un relato para dar cuenta de un pasado lejano que no nos ha dejado ningún trazo escrito.